02 marzo 2006

Entrada 2 (Capitulo 1)

Han pasado tres meses desde aquel día, pero aún lo tengo claro en mi cabeza. Desde entonces he estado en este campo de instrucción perdido en la nada, recibiendo los alaridos y piropos malsonantes de mi sargento instructor “¡Vamos basura! ¡Como no acabes antes de que cuente a diez te meto un cactus por el culo!”. Si una cosa me ha quedado clara, es que ser educado no es un requisito esencial para formar parte de la flota imperial.

El sargento es un hombre tosco, mide 1’85m y tiene una cicatriz cruzando la parte derecha de su rostro. Lógicamente nadie se ha atrevido a preguntarle cómo se la hizo, pero todos especulan sobre ello; después de todo, la imaginación del hombre es extraordinaria, y las teorías al respecto de algo tan simple como una cicatriz varían desde una pequeña pelea de bar hasta que la cara le reventó por si sola mientras le berreaba a un novato su típica retahíla de insultos. Sin embargo, mi favorita es que el sargento se rajó la cara a si mismo porque alguien le dijo que no tenía un aspecto suficientemente duro. No se porqué pero me da la impresión de que sería perfectamente capaz de hacer una salvajada semejante.

Dejando a parte las habladurías sobre su pasado, el sargento es probablemente el instructor más severo de toda la flota imperial, y sin lugar a dudas el más severo de este campo de instrucción. Todos los escuadrones salimos a correr por la mañana antes de empezar con el entrenamiento, pero el nuestro es el único que lo hace cargando con una mochila rellena de 35Kg de piedras. Se muy bien que todo miembro de la flota debe mantener un estado de forma física ejemplar, pero nuestro escuadrón más bien parece que pertenezca a la infantería ligera. 4 reclutas han renunciado en la última semana de forma oficial porque no aguantaban más el ritmo; muchos dicen que el sargento está loco y deberían retirarlo del servicio, pero lo cierto es que éste no es el único pelotón que ha tenido bajas en sus filas, ni el único descontento con su instructor.

También debo añadir, que nuestra tropa no está formada precisamente por ciudadanos ejemplares. Entre los once que quedamos podemos encontrar a 6 delincuentes juveniles que están aquí por orden judicial (Lástima que a estos no les está permitido renunciar), un tipo alto y encorvado llamado Claad al que nunca he oído pronunciar más de tres palabras seguidas; cuando le preguntas algo siempre se acaricia la mejilla pasivamente con el dedo índice y se queda meditando cuidadosamente su respuesta, con su mirada perdida en el aire y moviéndose con la lentitud de un vegetal. Aún no se como consigue vestirse a tiempo por las mañanas antes de empezar nuestro paseo matutino. Luego tenemos a Jeraa: ojos azules, piel canela, pelo rubio hasta los hombros y una sonrisa de ensueño; es una de las dos chicas del grupo (Antes habían tres), capaz de hablar tan rápido que muchas veces se contesta a sí misma mientras tu aún intentas adivinar que decía en su primera frase...La otra chica del grupo es Syra, de pelo castaño con corte de chico, pecosa, insegura, torpe como un pato, y con una voz tan débil que habría que ponerle un altavoz de 1000W para poder oírla correctamente. También tenemos a Alach, un chico que apenas mide 1’50m de altura, con una cabeza libre de cualquier rastro de pelo. Siempre está gastando bromas, contando chistes o llamando la atención de cualquier forma y sin duda sería capaz de animar a un muerto en su propio entierro. Y por último estoy yo, un adolescente con ganas de descubrir mundo y convertirme en un héroe a costa de la flota imperial. Si me pusieran a mí en la piel del Sargento Instructor Dreygas creo que me rajaría la cara para parecer más agresivo y cruel ante mis cadetes.

Hoy el entrenamiento ha sido bastante suave en comparación con otros días, supongo que el Sargento Dreygas estaba aburrido, o cansado, o vete tu a saber. El grupo de delincuentes está convencido de que Dreygas no aguanta su propio ritmo y a partir de ahora los entrenamientos serán cada vez más permisivos, pero Alach dice que de eso nada, que esto es lo que el sargento considera el descanso antes de la tempestad, y si el pequeñajo tiene razón, pronto lo vamos a pasar realmente mal...parece que nunca va a llegar el momento de subirme a la maldita cabina de un caza de combate y cruzar el espacio entre las estrellas. Pero ahora mismo lo que más me fastidia es que de algún modo, Jeera me ha engatusado para que le de mi postre.

Entrada 3

6 Comments:

At marzo 06, 2006, Blogger Isako said...

Que yo recuerde, un soldado regular ha de cargar con un equipo de 30 kilos de peso...

 
At marzo 06, 2006, Blogger yuricats said...

corregifo, ahora cargan con 35Kg XD

 
At marzo 06, 2006, Anonymous Anónimo said...

Athlonso v2

Anda pues eso del peso me lo habia pasado de largo :P

 
At marzo 06, 2006, Blogger yuricats said...

había puesto 15 porque normalmente el equipo que dice Isako no se lleva en el entrenamiento diario, pero si nos vamos a poner tiquismiquis XD

 
At marzo 06, 2006, Blogger Isako said...

Tiooo!!! que son marines espaciales!!!! estos han de ser puros machossss!!!! xD

 
At marzo 06, 2006, Blogger yuricats said...

que no son marines! sigue leyendo tio son pilotos! XD

 

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