03 marzo 2006

Entrada 3 (Capitulo 1)

No es que sea gran cosa, el maldito postre es un trozo bastante reducido de lo que se supone una tarta de chocolate, pero al menos tiene sabor a chocolate y es lo único dulce que he llegado a oler en las últimas semanas. La comida aquí es tan mala e insípida como se dice, y desde luego nunca gozamos de cosas como la tarta de chocolate; no sé cómo ha llegado hasta nuestras bandejas, pero ha sido una especie de regalo divino que me ha sido arrebatado cruelmente por una sonrisa bonita y una voz normalmente atropellada por las propias palabras que pronuncia utilizada de forma magistral con un tono seductor como la seda y esquivo como una serpiente. ¡Mierda, seré calzonazos!

El resto del día transcurrió de forma normal, un rato de relax y ocio en el pabellón de descanso, un rato de charla insulsa con Alach y Syra, y 2 horas de estudio para los exámenes de mecánica auxiliar y sistemas de refrigeración. Ser piloto no es solo meterse en una cabina presurizada y disparar ráfagas a saqueadores e invasores, hay que saber de aerodinámica, armamento, comunicaciones, electrónica, mecánica, motores de fusión de Cirdilio, saltos espaciales, astronomía, y bueno, un montón de asignaturas que no había oído hasta ahora. Por suerte el Sargento sabe explicarlo todo muy bien (Aunque nos trata como a perfectos imbéciles) y con la ayuda de sus apuntes no suelen quedar muchas preguntas pendientes. Quiero aprovechar para decir, que al contrario que en otras unidades en nuestro pelotón únicamente tenemos un profesor para todo: El Sargento Dreygas. Aldar, un chico del pabellón dos (El que está junto al nuestro) me ha comentado hoy que cuentan con un profesor especializado para cada asignatura, y otro más genérico para el entrenamiento físico. Eso me ha pillado por sorpresa ¿Por qué esa distinción? ¿Porqué todos los pelotones cuentan con un extenso profesorado y en cambio nosotros solo tenemos al psicótico Sargento Dreygas? Entonces Aldar se ha reído de mí al ver mi cara de sorpresa; todas las unidades están formadas por gente mas o menos normal. Estudiantes modelo de institutos privados, niños bien con padres influyentes, etc. Y nosotros somos los despojos con el instructor despojo. “La unidad de los despojos” nos llaman. Según se comenta no sabían donde meter a esa reliquia arcaica del Sargento Dreygas y lo pusieron a espabilar patanes. Si consigue que 1 de cada 100 salga echo un piloto de combate, le dan un caramelo de premio. Genial, para la flota imperial solo soy un trozo de mierda ¡Demonios mi padre se suponía que era influyente! ¿Por qué no puedo ir con los pijitos de ciudad?

Me fui a dormir algo deprimido. No quería comentarlo con nadie, pero me daba la impresión de que a nadie le importaba un carajo nuestra unidad. Si conseguíamos salir adelante o nos quedábamos por el camino era algo que quedaría simplemente como una triste anécdota que ni siquiera merecía ser contada. Éramos los apestosos de la flota, y nadie nos querría nunca a su lado.

Cuando al día siguiente el Sargento nos despertó a todos, comprobé que me había quedado dormido sin quitarme la ropa y leyendo el libro de sistemas de refrigeración. Aún no había salido el sol, y me vinieron a la mente las palabras del pequeño Alach “si nos ha dejado descansar, es porque mañana nos va a machacar como nunca lo ha hecho hasta ahora”. Aún faltaba una hora para la salida del sol, y ésta vez el Sargento no nos gritaba. No nos maldijo ni nos llamó inútiles, comemierdas ni nada por el estilo. Se mantuvo con el rostro tan frío e impenetrable como siempre, pero era extraño. Aun en su inexpresividad pude captar un aire de preocupación que no había vista nunca; algo malo pasaba, podía olerlo, pero no sabía que era. ¿A qué tanto misterio? ¿Por qué levantarnos 1h antes de lo habitual? Cuando acabamos el ritual matutino de vestirse y hacer la cama, Nos disponíamos a recoger nuestras mochilas, y entonces el Sargento Dreygas nos ordenó vaciar las piedras de dentro y guardar todas nuestras cosas.

-¿Qué ocurre Sargento?- Preguntó con su anémica voz Syra.
-La unidad de combate 306 se traslada a un pabellón fuera del campo de instrucción 14. De momento no necesitáis saber más.- contestó secamente el Sargento.

¿Cómo era posible? ¿Nos trasladaban fuera del campo de instrucción? ¿Realmente nos consideraban la escoria de la flota y por eso nos exiliaban? Mi cabeza empezó a darme vueltas. Cientos de razones para aquella partida nocturna pasaron por mi cabeza, y todas ellas eran malas razones seguidas de razones peores...me sentía abandonado, traicionado. No me habían dado ni una sola oportunidad de demostrar lo que valía. Me expulsaban una semana antes de los exámenes sin dejar que intentara siquiera pasar las pruebas. Guardé mis cosas en la mochila con rabia, lanzándolas como si ellas fueran las culpables de mi desgracia y con el rostro hinchado de ira me puse firmes ante el Sargento comunicándole que estaba listo. Aquel pedazo de piedra ni siquiera se inmutó, no le importábamos nada. Se quedo mirándome a los ojos y me dijo que saliera del pabellón y subiera al camión que había en la entrada. No iba a llorar, no iba a dejar que ese orangután de cara cortada me viera derrotado. Salí de allí con paso firme y me subí al asqueroso camión que me expulsaba de la flota imperial.

Entrada 4

1 Comments:

At marzo 06, 2006, Anonymous Anónimo said...

Athlonso v2

jeje se pone interesante falta una coletilla al final algo asi a lo falconcrest jeje (es broma n se te ocurra poner eso o te quemo la página web :P )

 

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