22 junio 2006

Entrada 12 (Capítulo 3)

-¡Novato!- La voz del sargento me despertó de mi estado de abstracción, estaba tan sorprendido, tan confuso que había perdido la noción de todo. -¡Novato!- Rugió de nuevo el sargento. –Despierta de una vez y pongamos rumbo al campamento, no me obligues a disparar contra ti.-

El sargento se negó a contestarme ninguna de las preguntas que le hice en el camino de vuelta. Me dijo que debía aprender a ser más paciente; lo que él no sabía es que a mí no me daba la gana de ser más paciente. Como era de esperar, al llegar al campamento Jeera saltó sobre mí inundando mis orejas de preguntas y más preguntas. También me dijo que había pensado en guardarme un trozo de asado, pero que si realmente hubiera querido comer un poco no me habría ido por ahí con el sargento. No estaba muy seguro de si se estaba justificando o si me recriminaba algo al respecto. En cualquier caso yo estaba muerto de hambre, y lo único que me habían guardado era un bocadillo y algunas aceitunas. Eso estaba bien, me encantan las aceitunas. Cuando acabe de comer, me tumbé en mi colchón del suelo para descansar un poco, y me dí cuenta que no había pensado en el Yunque desde que había pisado la arena del desierto. Con ese pensamiento me quedé dormido en pocos minutos, estaba agotado y mañana tenía otra razón doble de Yunque.

El sargento nos despertó a todos como de costumbre, y siguió la rutina diaria de ejercicio. Nos dio un par de horas de clase de astronomía y navegación y volvimos ha subirnos a los Yunques para otra misión rutinaria de aprendizaje. Al igual que el día anterior se largó en medio de la misión dejándome a mí al cargo de todo, y al volver a la base había preparado la comida.

-¿Qué se celebra hoy Sargento?- Preguntó alegremente Alach
-Que me aburría tomando el sol novato. Comed lo que queráis, pero ésta vez guardadnos un par de raciones. Tarys, a la nave.

El sargento me llevó de nuevo a la órbita de la 4ª luna y empezamos a practicar diversas maniobras de vuelo, puntería y formas de evadirse de un enemigo que te tiene enfilado. Cuando llevábamos unas dos o tres horas entrenando me decidí a preguntarle al Sargento:

-Sargento Dreygas ¿Cuándo me va a enseñar a utilizar la forma de robot del Yunque?
-Mech.- Contestó.
-Perdón, ¿Cómo dice Señor?
-No se llama robot, se llama Mech. Solo por eso hoy no te enseñaré nada sobre él.
Sin duda alguna el sargento debía estar de guasa, solté una risita y dije “Claro, señor”. Pero al ver que retomábamos los ejercicios y nos limitábamos a repasar los ejercicios que llevábamos haciendo tres horas, al ver que pasaban dos horas más y las instrucciones del sargento eran siempre las mismas, me di cuenta que el sargento Dreygas no tenía sentido del humor. Finalmente ordenó volver a la base y yo me quedé con las ganas de saber más, o mejor dicho, de saber algo de la forma de robot, es decir, de la forma de Mech del Yunque.

-Sargento- Me atreví a preguntar de camino al campamento.
-Dime novato.- Me contestó el muy simpático.
-¿Porqué el resto del equipo no se entrenan conmigo Señor?
-Porque estamos entrenando fuera de horario chaval. A partir de las tres de la tarde se acaba la instrucción.
-¿A que se refiere?
-¿necesitas que te haga un mapa chico? El horario de clases acaba a las tres.
-¿Entonces que hago yo aquí?
-Tú sabrás novato. ¿Qué has estado haciendo ésta tarde?
-Bueno, señor. Me refiero a...
-Sino quieres venir simplemente no vengas. Ya encontraré a otro que quiera ocupar tu puesto.
-No me refiero a eso señor.
-¿qué quieres entonces novato?
-¡Porqué yo, porqué no Alach, o Fryll, o Jeera!
-Tú eres el jefe de pelotón, por lo tanto creo que es lo más lógico.
-¿Y porqué me escogió a mí como jefe de pelotón?
-¿Tienes muchas preguntas estúpidas de éstas?
-Señor, con el debido respeto.
-Ni respetos ni leches Tarys- El tono del sargento dejó atrás el sarcasmo y se puso firme. Me recordó a aquella frialdad que me demostró el día que dejamos el campamento principal de instrucción cuando aún no había amanecido.-Eres el jefe de pelotón. Tengo mis razones para haberte puesto en ese sitio, pero no pienso darte ningún tipo de explicaciones. Ni hoy ni nunca ¿entendido? Si no quieres aceptar el puesto dilo libremente, como tú has dicho hay otros perfectamente capacitados para ocupar tu puesto. Y ahora dime chaval ¿Tienes más preguntas estúpidas al respecto?
-No Señor...-Me sentía confundido. Por una parte estaba lleno de rabia adolescente hacia la figura de autoridad presente, y por otro estaba avergonzado por la reprimenda de niño consentido que me había ganado a pulso.

Entrada 13

07 junio 2006

Entrada 11 (Capítulo 3)

Me quedé allí de pie mientras el sargento me daba la espalda. La lengua casi me dolia intentando decir algo, pero mi mente estaba tan aturdida que no supo procesar absolutamente nada más allá de un triste balbuceo. Por suerte llegó la entusiasta de Jeera y pronto me hizo olvidar mi habitual enfado con Dreygas. Se lanzó sobre mi cuello entre risas y me arrastró a la mesa para contarme lo emocionada que estaba, para describirme las maravillas que yo mismo había visto y para decirme lo libre que se había sentido pilotando su propia nave. Aunque parezca extraño, esta vez no encontré su voz ni pesada ni estridente, no noté cómo las palabras se tropezaban como hacían habitualmente como si estuvieran echando una carrera. Tal vez fuera que Jeera estaba aprendiendo a hablar como una persona normal, o que ya estuviera tan acostumbrado a su forma de hablar que no notara la diferencia con el resto de seres humanos. Aunque lo más probable es que me sentía tan identificado con todo lo que ella me contaba que me parecía que era yo mismo el que estaba hablando. No se cuanto rato estuve allí sentado escuchándola sin decir ni pío, pero de repente un enorme asado estaba sobre la mesa desprendiendo un aroma delicioso.

-chicos, hoy es un gran día para todos vosotros, y he pensado que nada mejor que una buena comida para celebrarlo. Ésta es mi especialidad, Asado de Jabalí salvaje. ¡Que os aproveche!

Al principio no supimos muy bien cómo reaccionar. Era la primera vez que el Sargento se mostraba simpático con todos nosotros, y el echo de que mantuviera su cara rígida e inescrutable como siempre no nos daba mucha confianza.

-Seguro que está envenenado- Me susurró Alach al oído. Pero de pronto se quedó mirando el plato que el Sargento puso frente a él. El olor era ciertamente irresistible, la textura de la carne se veía jugosa y tierna, y una salsa de color oscuro aún humeante se deslizaba por el enorme trozo de carne en el centro del plato. Alach estaba maravillado y yo muerto de envidia porque no tenía aún mi ración y el resto de mis compañeros ya habían empezado a comer. Veía a Alach devorando su trozo de Jabalí y noté como el estomago se me revolvía rogándome que le arrebatara ese delicioso manjar. Entonces el sargento me puso una mano sobre el hombro.

-Acompañame Tarys- un sonoro “no” aulló dentro de mi cabeza. No estaba seguro de cómo pero el Sargento siempre se las apañaba para separarme del resto justo en los momentos que más quería formar parte del grupo. Me preguntaba a mí mismo si era una especie de trato especial por ser el jefe de pelotón o simplemente es que se divertía puteándome un poco cada día.

-Hoy has manejado muy bien la sesión de vuelo novato.- Al menos esta vez no me gritaba ni me ordenaba algo humillante; recibir un alago del Sargento era toda una novedad, y al menos por un instante mi estómago dejó de protestar.

-Gracias señor, pero no me parece que me haya traído aquí para eso.
-Mira que te gusta hacerte el listo.
-Y a Ud. demostrarme que no lo soy tanto Señor.- Cuando acabé de hablar me pregunté a mi mismo porqué narices había dicho eso. Pero nadie respondió dentro de mi cabeza.
-Sube a tu nave y sígueme novato.- El sargento Dreygas se acercó a la nave de Claad y se puso un casco de piloto. Cuando yo aún estaba ajustando las correas de seguridad él ya había desaparecido de mi campo de visión. Despegué y busque su rastro en el escáner. Estaba yendo a toda velocidad en dirección a la 4ª luna del planeta, a los campos de extracción de Acycas, y sería mejor que pusiera los motores a toda potencia o acabaría perdiéndole la pista. El Sargento Dreygas era un piloto experto, y me estaba poniendo muy difícil seguir su ritmo. Por suerte el prototipo yunque era fácil de manejar y había practicado mucho en tierra estos últimos meses antes de nuestra primera salida al espacio. Finalmente el sargento bajó el rimo y se situó en la órbita de la luna esperando mi llegada. Suspendí mi nave frente a la suya y dije:

-¿Porqué me trae hasta aquí Sargento?
-La semana que viene vas a hacer una demostración del funcionamiento del Yunque y sus capacidades a tus compañeros. Necesito que estés totalmente familiarizado con él y no metas la pata.
-¿Una demostración? Pero señor ¿porqué yo? ¿no sería mejor convocar a un piloto experimentado?
-Eres el jefe de pelotón Tarys, como tal espero mucho de ti. Y una de las cosas que espero es que vayas siempre diez pasos por delante de tus compañeros.
-Eso lo puedo entender Sargento, pero insisto ¿Porqué debo hacer yo la demostración del Yunque? No creo que en una semana aprenda todo lo que debo aprender.
-Aprenderás lo que yo te diga que aprendas, o ya puedes volverte a casita a picar piedra en la mina. Además, el Yunque no es una nave cualquiera. Tiene ciertos atributos que necesitan un entrenamiento específico, de modo que ¿para que voy a entrenar a un piloto cualquiera cuando tengo un mocoso delante al que tengo que enseñar si o si? Ahora haz lo que yo te diga y no preguntes más tonterías.

La habíamos echo buena. Cuando Fryll y sus matones se enterasen de que el Sargento me daba clases particulares lo iba a pasar muy mal. Puede que se enfaden y me den una paliza, o puede que decidan pitorrearse de mí y hacer continuos chistes sobre la atracción sexual del sargento hacia mí. En cualquier caso estoy jodido, pero prefiero que me den una paliza. El Sargento empezó con su lección y estuvimos unas dos horas activando propulsores, retropropulsores, radares de seguimiento, distribución energética (para dirigir más potencia a los motores, las armas o los escudos de plasma) y finalmente empezamos con lo más divertido: disparar.

Dreygas llamó por radio a la base lunar de reciclado de Acycas y les solicitó que enviaran muestras corruptas de gran tamaño del cristal blanco. A los pocos minutos, una lanzadera estaba dejado suspendidas diversas muestras en el espacio del tamaño de un coche o una furgoneta. Bastante grandes si, pero mucho más pequeños que un caza espacial.

-Bien, situate con la luna a tu espalda cadete- El sargento Dreygas me indicó que me colocara ahí para evitar que algún fragmento saliera disparado hacia la base lunar. Luego me explicó cómo situarlas como blanco para mis armas de plasma y me ordenó disparar.

-¡Fuego!- Apreté el botón principal del mando de armas y dos franjas de color naranja salieron disparadas en dirección a la roca blanca. Impactaron de lleno y volatilizaron por completo su objetivo dejando una gran “nada” en su lugar.
-¡Uauh!¡esto es genial Sargento!- Me sentía como un niño con un juguete nuevo...De echo era un niño con un juguete nuevo, pero era un juguete muy peligroso y el sargento no tardó en recordármelo.
-Soldado, esto no es genial. Cuando un piloto se ve obligado a utilizar sus armas quiere decir que la diplomacia de alguien ha fracasado y por culpa de un inepto hay gente que va a morir; normalmente gente joven como tú. No olvides eso Tarys.
-Claro Sargento- Contesté como habría echo cualquier joven de mi edad que no sabía lo que era la muerte; despreocupadamente y sin escuchar lo que consideraba una total tontería. Por suerte el Sargento no le dio importancia y continuó con sus lecciones. Me hizo utilizar todos los tipos de armas que tenía el Yunque en su arsenal, y luego estuvimos practicando a disparar a las rocas desplazándome al mismo tiempo. Habían pasado un total de 5 horas desde que habíamos despegado dejando atrás al asado y a mis voraces compañeros, y entonces el Sargento dio por terminada la sesión.

-Bueno novato, no ha estado mal. Tienes que seguir practicando los disparos en desplazamiento pero creo que a este ritmo podrás hacer la exhibición la semana que viene...más te vale.
-No se preocupe señor, estaré preparado.
-Mañana practicaremos disparos a blancos en movimiento y también te enseñaré cómo funciona el “pequeño secreto” del Yunque.- ¿”Pequeño secreto”? A qué se refería? Que tenía de especial esta nave? Mis preguntas estaban a punto de ser contestadas.-Observa atentamente hijo- Dijo el Sargento. Entonces ví cómo su nave empezaba a moverse de forma extraña, trazando un complejo tirabuzón sobre sí mismo digno de la mejor exhibición artística de vuelo; pero a los pocos segundos comprendí que lo que había tomado por una muestra magistral de pilotaje del Sargento era algo que nunca habría imaginado...El Yunque no estaba trazando un tirabuzón, estaba girando todas sus partes de forma independiente y en menos de un minuto tenía ante mí el “pequeño secreto” del prototipo en el que iba montado. El “Yunque” era un caza híbrido capaz de cambiar de forma de nave a Robot en apenas unos segundos.

Entrada 12