08 enero 2007

Entrada 16 (Capitulo 4)

-Creo que estoy embarazada Tarys- Estaba totalmente perplejo. La mandíbula se me quedó colgando mientras mis ojos, incrédulos se movían buscando algun lugar en el que me pudiera esconder de esa noticia.

-¿P….P…Pero cómo es posible Jeera?- Consegui preguntarle tras casi un minuto de incómodo silencio.
-¿necesitas que te explique cómo funcionan estas cosas?- Lógicamente el chiste no consiguió hacerme reir, y desde luego ella tampoco estaba por la labor.
-Si..digo no, es decir ya me entiendes. Lo que quiero decir es ¿cuando has…? O sea, ¿tu…?
-Esta caro que hablar contigo cuando te pones nervioso resulta bastante difícil ¿eh Tarys?
-Lo…Lo siento Jeera. ¿Pero cómo estas tan segura?
-No estoy segura del todo, pero llevo ya 14 dias de retraso…no se que hacer Tarys, no pueden echarme de la flota, no lo soportaría, no soportaría volver….
-….¿quién es el padre?
-No se si debería decirtelo.
-No creo que hayan muchas opciones, pero me gustaría que me lo dijeras tú en vez de tener que adivinarlo.- Las lágrimas recorrían las mejillas de Jeera mientras miraba cómo se asomaba el sol a lo lejos. Y tras unos dos minutos, finalmente confesó.
-Fryll.- Estaba atónito, Jeera y Fryll …les había visto tontear un par de veces, pero Jeera siempre estaba tonteando, era parte de su encanto. Si me hubiera dicho que había sido Alach o incluso Claad, pero ¿Fryll? No sabía que decir al respecto…
-¿y él lo sabe?- dije finalmente.
-Aún no le he dicho nada. No se cómo decirselo…cómo decirselo al sargento…Adoro la flota Tarys, adoro mi Yunque. No sabría que hacer si tuviera que renunciar a todo esto.- Se apartó el pelo con la mano izquierda, la llevaba vendada por una torcedura que se hizo mientras entrenaba el miércoles pasado precisamente con Fryll en este mismo lugar. Tenía un montón de dudas respecto a todo esto, pero no me parecía el momento más indicado para resolverlas.
-Yo me encargaré de hablar con el sargento Jeera, tu díselo a Fryll.
-Pero Tarys…-
-No te preocupes, no permitiré que te expulsen de mi escuadrón. ¿no ves que Syra no se pone nunca escote como tú?- le guiñé un ojo, y ella por fin sonrió. Notaba su nerviosismo y su miedo detrás de esa sonrisa, pero también un ápice de esperanza, esperanza que había depositado en mí como amigo y como jefe de escuadrón y no estaba dispuesto a decepcionarla.

Nos levantamos y fuimos al pabellón para ponernos nuestro equipo y empezar el entrenamiento, y nada más entrar por la puerta, algo me golpeó en la cara y caí de espaldas pesadamente.

-¡Te voy a sacar los ojos pedazo de basura!- Fryll me aarró de las solapas y me levantó de nuevo. El golpe que había recibido era un puñetazo suyo en pleno ojo, el cual empezaba a notar hinchado y falto de visión.
-¡Eres un cabrón!-
-¡Fryll No! Gritó tras de mí Jeera
-¡Y tu no eres más que una puta!- le contestó Fryll.
Empezó a zarandearme aprovechando su mayor envergadura, y luego me arrojó contra la mesa de reuniones que se quebró fácilmente. A lo lejos oí a Alach aceptando apuestas “menudo amigo” pensé, y me recordó a la pelea que tube en el bar de la luna de Acycas con Gral. Decidí poner en práctica lo que éste me enseñó allí, y tras un par de fintas conseguí darle un empujón a Fryll y hacerle caer de bruces, momento que aproveché para romperle una silla en la espalda. El efecto fue espectacular, pero dado que la madera estaba totalmente seca y carcomida, dudo que le llegara a doler demasiado. Luego traté de inmobilizarle por la espalda cogiéndole el cuello, pero Dreygas nos había enseñado como zafarnos de esa presa, asi que consiguió voltearme por encima suyoy estrellarme contra el suelo. Estaba en graves apuros, y Alach seguia aceptando apuestas. Oí la voz del sargento pero supe que tampoco pensaba ayudarme.

-300 a favor de Fryll-

El sargento seguía apostando en mi contra, lo cual no me hacía ninguna gracia. Una cosa es que me obligara a participar en todos sus cursillos avanzados y a ser voluntario en todas las pruebas que se le ocurrían, pero la falta de apoyo qu siempre me demostraba era realmente desmoralizante.

-¡Sargento haga algo maldita sea!- Grité enfurecido, más por el echo de su pasividad que porque Fryll me estuviera zurrando. Fryll me agarró por la espalda y me dió la vuelta, lanzando un golpe a mi ojo dolorido que de algún modo conseguí detener, y no solo eso, sino que además le devolví el golpe haciendo que el grandullón se tambalease, luego repetí el golpe y conseguí hacerle hincar la rodilla en el suelo y cuando me acerqué de nuevo a él, me respondió con un puñetazo ascendente que me tiró al suelo de nuevo. Se lanzó sobre mí y trató de estrangularme, y todo lo que veía era a mis compañeros contando “1, 2, 3…” golpeé a Fryll en el costado un par de veces y conseguí que me soltara (otro de los trucos de Gral) luego le di un cabezazo y empezamos a forcejear de nuevo.

-¡No te creas que vas a salir vivo de esta “jefe de pelotón”- me dijo Fryll con un tono burlón.
-Fryll, no se que te piensas que ha pasado, pero te equivocas- Le respondí.
-Si claro, Jeera y tú estabais hablando a la luz de las estellas ¿verdad?
-¡Si, exactamente!- Fryll soltó un gruñido furioso y me arrojó a un lado con fuerza, destrozando por el camino otras dos sillas.
-¡Voy a matarte Tarys!
-¡Fryll cálmate! ¡Jeera y yo solo estábamos hablando, ella está preocupada!- mientras yo trataba de levantarme entre los restos podridos de sillas, Fryll me agarró del cuello de nuevo y me dejó de rodillas frente a él tratando de estrangularme. Me apretaba tan fuerte que casi no podía hablar, y empecé a notar como el aire me faltaba mientras intentaba decir algo.
-¡Fffffryll….eellla ella essss….- No salía nada más de mi boca, no podía soltarme. Tal vez no me consiguiera matar porque el sargento le pudiera detener en el último momento, pero veia claro que me iba a desmayar otra vez. Y entonces ocurrió.
-¡Fryll estoy embarazada!- Fryll dejó de apretar mi cuello y yo aguanté el tiempo suficiente para ver su expresión de horror en la cara y de oir la voz de Alach.
-¿en una sola noche? ¡Este Tarys es todo un crack!
Justo después de eso, como ya había predicho, me desmayé…otra vez.

entrada 17

07 enero 2007

Entrada 15 (Capítulo 4)

Capitulo 4

Pasó un día y medio hasta que el mecánico gordinflón consiguió restablecer las funciones del Yunque y salimos de aquella roca. El sargento no me obligó a pagar al mecánico puesto que gano suficiente con mi pelea para cubrir los gastos, pero aprovechó que casi no podía hablar para reírse de mi delante de los mineros durante aquel día y medio que estuvimos atrapados. El cuello me dolía horrores, y apenas podía tragar nada que no fuera líquido por lo que tuve que alimentarme solo de una especie de sopa de verduras que servían en el bar. En cuanto a Gral, resulto ser un tipo bastante agradable después de todo, siempre que no le quitases su bebida. Al parecer se sacaba un buen sobresueldo en aquella taberna montando peleas con cualquier iluso que no le conociera y cobrando un porcentaje de las apuestas, nunca había matado a nadie, pero a veces había que pararle los pies cuando se emocionaba demasiado. Me enseñó un par de buenos trucos por si algún día me metía en otra pelea de taberna y me recomendó que fortaleciera lo que él había denominado “brazos y piernas de cangrejo” y no se refería precisamente a las pinzas del crustáceo. Por desgracia el sargento me vió entrenando con Gral y decidió ofrecerme sus servicios para enseñarme a pelear en un cursillo intensivo que por supuesto llevaríamos a cabo en mi tiempo libre, yo negué con la cabeza para rechazar su ofrecimiento, pero por supuesto él estaba de espaldas y no me creyó cuando le dije que había rechazado su generoso ofrecimiento. Estaba claro que en el tiempo que me quedaba hasta licenciarme el Sargento pensaba hacerme un curso tras otro.

El resto de la semana fue bastante rutinario. Cada mañana salia a entrenar con mis compañeros, cuando volvíamos el sargento había preparado la comida y dejaba que todos se relajaran mientras a mi me hacía seguir entrenando para aprender a manejar todas las funciones del Yunque. Fue bastante duro, pero lo cierto esque Dreygas era un instructor excelente y para cuando acabamos con aquello lo único que me faltaba era conseguir más experiencia y pericia para llegar a ser un gran piloto. La prueba de la que me habló salió a la perfección y mis compañeros se quedaron sorprendidos al ver que el Yunque se transformaba en Mech en apenas unos segundos, pero más sorprendidoas quedaron aún al ver lo que era capaz de hacer en su forma bipeda. Si bien el caza había demostrado ser una aeronave ágil, rápida y ligera, con armas energéticas y balísticas de potencia media y gran precisión y una buena habilidad para la evasión, en su forma de Mech podía obtener un sable energético devastador capaz de cortar en dos un contenedor de transporte gran tonelaje, y aunque un buen campo de fuerza podra soportar algunos golpes de dicha arma, finalmente acabaría cediendo ante una buena sucesión de golpes. Se mostraba medianamente ágil pero tremendamente poderoso e implacable. La resistencia del Yunque era prodigiosa, no solo por el campo de fuerza de nivel 6 (el habitual para cazas de combate es de nivel 3 y el mayor que se conoce es el nivel 8, apto para fragatas, destructores o naves de similar tamaño) sino por el espeso blindaje de Tyranium del que se compone la totalidad del fuselaje del yunque(el metal conocido más resistente y ligeramente menos pesado que el acero)

El Yunque era sin duda un arma extraordinaria que nos podria dar una esplendida ventaja en cualquier batalla, sin embargo todavía estaba en fase experimental, y hasta que no se hubiera probado su eficacia de forma repetida en acción real nosotros seríamos el único pelotón existente de Yunques.

Tras la exhibición a los altos cargos, Dreygas se empezó a tomar bastante más en serio nuestros entrenamientos y enseñó a todo el grupo lo mismo que me había enseñado a mí (aprovechandome a mi como comodín para que le ayudara a instruirles) y al ver que por las tardes me enseñaba combate cuerpo a cuerpo, algunos de mis compañeros decidieron acompañarnos y entrenar con nosotros. El sargento era realmente duro, y aunque al principio todos se emocionaron bastante con los entrenamientos, al final solo se quedaron a entrenar conmigo Jeera, Fryll y Claad. Jeera, Alach y el resto decidieron descansar por las tardes y dedicarse más a los libros que a acabar con el cuerpo lleno de moratones. Segun pasaron las semanas, Dreygas redujo los entrenamientos únicamente a los Lunes, Miércoles y Viernes, dedicando los Martes y los jueves a el aprendizaje de armas de infantería y los sábados y Domingos a repasar el pilotaje de los Yunques en cualquiera de sus dos formas. Aunque seguía siendo más duro que el blindaje de nuestras naves, empecé a entender que realmente se desvivía por ofrecernos todo su apoyo y entrenarnos tanto y tan bien como fuera capaz de hacerlo, aprovechando hasta el último minuto que estuvieramos dispuesto a dejarle. (obviamente a mí me tocó ser “voluntario” en todos y cada uno de los cursillos particulares del sargento)

-Tarys- Me despertó una noche Jeera con una voz suave.
-¿que pasa Jeera? Le contesté-
-¿podrías salir un rato? Me gustaría hablar contigo.
-¿no puede esperar a mañana?- Me restregué los ojos y entonces me fijé en su mirada. Había algo que la preocupaba y parecía ser bastante serio, estaba claro que había estado llorando. Me incorporé, me calcé las botas y salí al exterior con ella en completo silencio. Estuvimos caminando un rato bajo las estrellas, hasta que llegamos al campo en el que nos solíamos entrenar por las tardes con el sargento en combate cuerpo a cuerpo. Nos sentamos bajo las estrellas y empezamos a hablar sobre trivialidades. Tras varios meses de entrenar juntos y no tener otra vida que no fuera nuestra dedicación al Escuadrón Yunque, nos habíamos echo muy amigos. Sabía que algo le preocupaba a Jeera, pero no acababa de averiguar que era, y a ella le estaba costando bastante contarmelo. Cada vez que estaba a punto de decirme algo al respecto, cambiaba repentinamente de tema, y cuando yo le preguntaba directamente acerca de ello, me contestaba con evasivas. Finalmente al cabo de dos horas, y poco antes del amanecer me lo contó.

Entrada 16